El Alma del Dragón - Capítulo 1

Los años y lo siglos pasaban, el mundo avanzaba a pasos agigantados. En su constante crecimiento dejaron de creer en la magia, y las historias de antaño.

Las princesas, dragones y hechiceros ya no encantaban a los jóvenes, sus mentes impresionables estaban ocupadas en videojuegos y series de televisión.

Pero en un remoto lugar, una leyenda permaneció. Era la leyenda del joven atrapado en el cuerpo de un dragón.  Aun a pesar de esto, los jóvenes creían que la historia era solo una alucinación de gente borracha de la época.

La joven Ja Yun era una bruja blanca que conocía a la perfección la leyenda del dragón. Se crio en aquel lejano pueblo, donde escucho la historia de boca de sus abuelos. De pequeña nunca sospecho que ella terminaría siendo parte de esta historia, pero al crecer se dio cuenta de que poseía extraños poderes. Poderes que iban más allá de su entendimiento. 

A los 16 años en medio de un sueño tuvo una visión; un mago aparecía ante ella, solicitando su ayuda.

- ¿Quién eres?

- Soy Joon, un antiguo hechicero que habitaba cerca de este lugar.

- ¿A qué viniste?

- Vine a solicitar tu ayuda.

- ¿Mi ayuda, en qué podría ayudar? 

- Tú eres la única en esta tierra que tiene el poder de reconocerlo.

- ¿A quién?

- Al muchacho que liberara a mi aprendiz de la maldición.

- Entonces, ¿La leyenda es real?

- Tristemente, lo es. Hace ya muchos siglos, que un malvado mago maldijo a mi aprendiz por el pedido de una mujer.

- ¿Por qué haría eso?

- Ella estaba celosa de que su marido lo encontrara atractivo.

- Ya veo, los celos no son buenos consejeros.

- Por eso tú me debes ayudar. 

- ¿Cómo puedo hacerlo?

- El día en que ese chico llegue, sentirás su presencia, y debes buscarle. Para enseñarle como deshacer la maldición. 

- Pero, yo no sé cómo hacerlo.

- Yo te enseñare, y debes prometer que le enseñaras a ese chico.

- ¿Ese chico tendrá magia?

- Sí, él posee magia, pero está dormida.

- Entonces, ¿Cómo deshará el hechizo?

- Tú debes ayudarlo a despertar su magia.

- Y cuando su magia despierte, ¿Qué debe hacer?

- Él debe… matar al dragón.

- ¡Pero si lo mata, también matara a tu aprendiz!

- No es así. Si mata al dragón, lo liberara.

- Pero aun así, yo no creo ser la persona idónea.

- Lo eres, pero para enseñarle primero debes aprender. Te enseñare a combatir y a desarrollar tus poderes.

 Aprendió a pelear y manejar la magia gracias a las lecciones de Joon, y estaba eternamente agradecida por eso. Ahora había llegado el momento para el que se había preparado desde los 16 años, al fin había aparecido el elegido. 

Caminó hacia el mostrador y ubicó un péndulo sobre el mapa que tenía allí. El péndulo comenzó a girar, y deteniéndose, se inclinó apuntando hacia una calle cercana.

- Así que está en la posada de Choi – sonrió feliz – debo buscarle – dijo poniéndose un suéter delgado –

La posada Choi era un lugar popular entre viajeros, era barato y tenía buen servicio. Se ocultó cerca de la puerta esperando reconocer al muchacho. 

Un grupo de jóvenes entraron, pero ninguno tenía aquella aura especial. Al cabo de un par de horas comenzó a aburrirse, y creyó que el joven ya había salido. Pero de repente una vibración en el aire le dio una señal, él estaba cerca. Vio a un joven moreno salir del lugar, y un extraño escalofrió le recorrió la columna.

- Es él – susurro –

El moreno se volteo sintiéndose observado, pero no encontró a nadie que le prestase atención en ese lugar.

La castaña oculta, suspiro con alivio, por suerte no le había visto.

El joven se marchó, y la muchacha le siguió discretamente desde una distancia prudente. 

- ¿Dónde está? – pregunto al viento cuando lo perdió entre la multitud –

- ¿Me buscabas? 

Asustada volteo a su espalda y le vio. El chico era atractivo, de piel canela y una mirada penetrante. Un escalofrió le recorrió la columna al ver la amenaza en sus ojos.

- Sé que esto sonara un poco loco, pero eres alguien especial.

- ¿Especial? No me hagas reír, no estoy interesado en las mujeres.

- No, no especial de esa manera. Al menos no para mí.

- ¿Entonces?

- Tú formas parte importante de un acontecimiento.

- No te entiendo.

- ¿Conoces la historia del mago hechizado?

- ¿La del dragón? Sí, la conozco, mi abuelo me la contaba para dormir.

- Pues, resulta que tienes una participación importante en aquella historia. – suspiro - ¿Recuerdas la forma en que se rompe el hechizo?

- Según lo que mi abuelo decía, el hechizo sólo lo podía romper el elegido. – recordó – El chico en cuestión debía liberar el alma del dragón.

- Exacto, y allí es donde entras tú.

- ¿Yo? ¿Quieres decir que soy el elegido?

- Si

- Estas más loca de lo que creí – dijo para luego pasar por su lado, y continuar su camino –

Ja Yun estaba estupefacta ante el insulto, le recordaba su época escolar cuando sus compañeros la acosaban, poniéndole feos apodos.

- ¡No estoy loca!

- Demuéstralo – la desafío –

- Sígueme

- ¿Por qué? – la duda se escuchaba en su voz –

- ¿Acaso me temes?

- No – él era un hombre valiente, pero también muy terco –

Le siguió hasta un callejón, y ante sus ojos una puerta apareció. Ja Yun entró, y con un movimiento de mano lo invito a pasar.

Yunho sin estar del todo seguro la siguió, ante el elevaban unas altas estanterías; en ellas había libros y tubos de ensayo, además de otros instrumentos que él solía usar en las clases de química en la secundaria. Al dirigir su vista hacia la puerta, esta desapareció.

- ¿Por qué desapareció la puerta?

- La hice desaparecer. – explicó Ja Yun –

- De acuerdo, esto asusta.

- No tengas miedo, no te haré daño. - le miró a los ojos – Además no podía dejar el portal abierto, ¿Crees que me arriesgaría a que alguien descubra estos secretos?

- Creo que estoy alucinando.

- ¿Qué?, ¡No!

- Me estás diciendo que haces magia, eso es cuento de niños. Necesito ir con un psiquiatra – dijo caminando por el pasillo - ¿Cómo se sale de aquí? – preguntó al llegar al mismo punto de donde había partido –

- Sólo puedes salir de este pasillo, si eres guiado por un mago o si tienes tus poderes despiertos. – ella camino delante de Yunho – Pero si crees que estás loco, puedes vagar eternamente entre las estanterías –

- ¡Espera! – la detuvo – iré contigo, sólo dime que quieres a cambio.

- De acuerdo, quiero que te vengas a vivir aquí y que aceptes tomar clases de magia conmigo.

- Esa es una locura.

- Es eso o vagar eternamente en este lugar.

- Está bien, acepto – suspiro frustrado –

- Magnifico, sígueme.

Sólo bastaron un par de minutos para salir de aquel lugar, Yunho se sorprendió ante esto y preguntó.

- ¿Por qué yo no podía salir?

- Este lugar está protegido con un poderoso hechizo, es la manera que tengo de proteger aquellos secretos que no pueden ser vistos por los mortales.

- ¿Por qué me trajiste aquí?

- Ya te dije que eres importante en la leyenda del dragón, eres el elegido y debo ayudarte a cumplir tu destino.

- Es extraño, esta mañana era un chico normal, y ahora debo romper un hechizo.

- La vida da giros inesperados.

No muy lejos de la posada estaba una mujer. Su nombre era Minhee, ella había visto a Yunho irse con esa chica. Y sin poder evitarlo los celos surgieron, estaba enamorada de Yunho desde hace tres años. No podía permitir que una cualquiera le quitara a quien sería su futuro novio.

Aún recuerda la primera vez que lo vio, él estaba sentado frente a su aula en el campus de la universidad. Tan tractivo y varonil. Se quedó parada en medio del pasillo observándole, la única forma en que reacciono fue cuando él entro al salón. Rápida y discreta le siguió, le vio sentarse junto a otros chicos, y ella corrió a sentarse unos asientos más arriba. Suspiraba cada vez le veía y escuchaba.

Tres años amándolo y siguiéndolo, sin que él se diera cuenta ella estaba allí, donde quiera que fuera. No importaba si iba a una cafetería o a la playa, ella estaba allí, oculta observándole.

Ahora sentía la irá en su interior, tantos años amándole para que se fuera con la primera mujer que se le cruzo en el camino.  Tenía que averiguar quién era esa mujer, y que tramaba.

Yunho curioseaba por todo el lugar, había una multitud de objetos extraños. 

- ¿Para qué sirven estas cosas?

- Son talismanes, sirven para proteger de cualquier mal.

- ¿De verdad?

- Sí, de hecho ponte este – dijo dándole una pulsera delgada con una pequeña piedra blanca –

- ¿Qué es esto?

- Es una pulsera de cuarzo blanco, te protegerá. 

- Pero esto es muy femenino.

- Está hecho con tiras de cuero y la piedra es pequeña.

- ¿Es necesario que lo use?

- Si, necesitas protección ahora que comenzaras a entrenar. No sabes el mal que puedes encontrar allí afuera.

- He conocido muchas personas malas.

- Esta es una maldad que supera a la que conoces, y por eso debes usar el talismán. – le miró – Te protegerá de todo aquel que intente hacerte daño a través de la magia.

Sin chistar se puso el talismán, y miró interrogante a la hechicera.

- ¿Cómo sabes que soy yo?

- Hace algunos años, un hechicero me visito en mis sueños. – comenzó a contar – Él dijo que el elegido pronto aparecería, y que era mi deber entrenarle para cumplir con lo que el destino le deparaba.

- ¿Por qué yo y no otra persona?

- Porque hay algo en ti, algo que te  hace especial. Al principio dude de mi habilidad para poder reconocer al elegido, pero apareciste tú, y tu sola presencia basto para reconocerte.

- ¿Qué debo hacer ahora?

- Estudiar, pero antes debo limpiar tu mente y alma de toda maldad.

- ¿Y eso para qué?

- Supongo que sabes sobre la alquimia.

- Claro.

- ¿Recuerdas que en el pasado se creía que se debía tener la mente y el espíritu puros para practicarla?

- Toda mi vida creí que eran tonterías de la gente de la época, ¿lo del cuerpo puro también es verdad?

- No en realidad, sólo algunos alquimistas creían en eso. Pero a lo que realmente se refieren estas creencias, es sobre ser libre de cualquier tipo de maldad. Ya sabes, pensamientos egoístas o de venganza.

- ¿Cómo me liberare de esos pensamientos?

- Hay una pócima, con ella se eliminara todo pensamiento impuro. – sin decir más Ja Yun camino de vuelta a aquel pasillo infernal  - si tienes hambre puedes ir a comer algo. – dijo antes de desaparecer –

- Sorpresas te da la vida. – un suspiro escapo de sus labios – 

Sin más se levantó y comenzó a buscar algo que leer, frente a él había una pila de libros en el escritorio. La mayoría de ellos estaban escritos en lenguas muertas, pero sólo uno en una lengua que podía entender.

- Los caballeros templarios – rezaba el título, abrió el libro curioso y comenzó a leer – La orden del Temple, cuyos miembros son conocidos como caballeros templarios.

Durante varios minutos estuvo leyendo cosas que le sorprendieron, cosas que nunca nadie le enseño sobre los templarios. Secretos que seguramente pocos sabrían.

- ¿Qué haces? – le sorprendió Ja Yun –

- Lo siento, lo siento – se puso nervioso – no sabía que no podía leerlo.

- Si puedes, - ella rio – sólo te preguntaba que hacías.

- Pues, leía sobre los templarios. Es algo sorprendente, y pensar que muchas de esa información no está en libros escolares.

- Eso es porque es información secreta, muchas de estas cosas han sido censuradas y casi en su total desaparecidas. 

- Ya veo, ese libro debe ser algo muy valioso.

- Lo es, ahora bebe esto.

- ¿Qué es? – vio con asco el líquido verduzco dentro del tubo de ensayo –

- Es el elixir para purificar el alma y la mente.

- De acuerdo, lo beberé –de un solo trago bebió hasta la última gota - ¡Qué asco! Sabe a zumo caducado.

- ¿Quieres caramelos o efectividad?

- Efectividad, pero podría saber mejor.

- Si cambias la receta sabe aún peor.

- ¿Lo intentaste?

- Sí.

- ¿Cuánto tiempo hay que esperar para que haga efecto?

- Media hora, por ahora puedes comenzar a estudiar.

Un grueso libro fue puesto frente a él, y con un suspiro comenzó a estudiar.

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Nota: Bueno, han retrasado mi cita con el medico para mínimo la próxima semana, ya que necesito sacarme un scanner antes de verlo. 

El próximo capítulo tardara un poco, ya que quiero llevar mínimo una capítulo adelantado. Nos vemos.