viernes, 25 de octubre de 2013

Los Dioses pelean por el amor - Cap. 5

El ambiente estaba algo pesado. No se podía respirar bien. Sabían que algo malo estaba por suceder.

- Se avecina una tormenta – dijo Marek, pero no se refería literalmente a una tormenta. El gran Dios se refería a una gran catástrofe –
- ¿Cuánto tiempo crees que nos queda?
- Poco, muy poco.

Las bestias de las sombras estaban más inquietas de lo común. Lanzaban alaridos furiosos que hacían eco en los alrededores.

Marek y TOP se habían reunido por los recientes acontecimientos.

- ¿De qué querías hablar TOP? – dijo Marek una vez estuvieron a solas –
- Las bestias están inquietas.
- ¿A qué te refieres?
- Intentan escapar.
- Debes reforzar la seguridad.
- Ya lo hemos hecho, pero aun así temo que escapen.
- Hablaré con Yunho para que te envié a algunos hombres de su ejército.
- Gracias Marek.

Yunho estaba junto a Jae Joong sentado bajo un gran árbol. Acariciaba cariñosamente el cabello negro de Jae Joong.

Marek apareció por un sendero y se acercó a los muchachos. Yunho levanto la vista y vio el rostro preocupado del gran Dios.

- Yunho, tengo que hablar contigo.
- De acuerdo – dijo Yunho poniéndose de pie – vuelvo enseguida – le dio un tierno beso en los labios a Jae Joong –

Caminaron hasta perderse de la vista de Jae Joong antes comenzar a hablar.

- Necesito que envíes a tu ejército a custodiar a las bestias.
- ¿Por qué?
- Están intentando escapar y necesitan refuerzos.
- Enviare a mis hombres.

Sin más que hacer Yunho fue con Jae Joong y lo tomó de la mano.

- ¿A dónde vamos?
- Tengo que decirle algo a mis hombres.

Los corpulentos hombres estaban formados a la espera del Dios de la guerra. Sabrían que algo malo debía haber pasado para que el dios los citara. Vieron al hombre de piel morena aparecer junto a un atractivo chico de grandes ojos.

Muchos se quedaron viendo a Jae Joong con deseo, pero al ver que iba de la mano del Dios prefirieron no meterse en problemas.

- Muchachos, necesito voluntarios para custodiar a las bestias. –dijo caminando frente a sus hombres –
- ¿Custodiar a las bestias? – uno de los muchachos preguntó –
- Intentan escapar, son peligrosas y no podemos dejar que tomen el control del mundo humano. Podrían provocar grandes desastres y acabar con todo.
- Yo estoy dispuesto a custodiar de las bestias. – dijo un muchacho de piel morena –
- Yo también. – dijo otro –
- Y yo. – así uno a uno los hombres fueron prestando sus servicios –
- La mitad se quedara aquí y la otra se dividirá para ir a las prisiones de las bestias.
- ¡Sí, señor!

Sin pensarlo mucho los hombres se dirigieron a las prisiones. Estarían dispuestos a morir por salvar a la humanidad.

- ¿Realmente pueden escapar?
- ¿Quiénes?
- Las bestias.
- Todo es posible, ya lo hicieron una vez.

Jae Joong se quedó pensativo con la respuesta dada por Yunho.

- No te atormentes con eso. – dijo acariciando su mejilla –
- Es que no puedo parar de pensar en ello.
- Pon la mente en blanco. Mientras estés conmigo nada te pasara.
- ¿De verdad?
- Yo te protegeré.

Jae Joong sonrió sintiendo a salvo entre los brazos de Yunho.

Los hombres de Yunho llegaron junto a los demás vigilantes y tomaron posiciones.

- ¿Quiénes son? – pregunto un vigilante a su compañero –
- Son del ejército del Dios Yunho.
- Dan un poco de miedo.
- Claro, el Dios Yunho sólo acepta a los más fuertes y de sangre fría en su ejército. Deben combatir junto a un Dios, no hay lugar para débiles.

Las bestias observaban a los nuevos vigilantes. Reconocerían en cualquier lugar esa armadura. El ejército de Yunho estaba allí.

Sabían que no podrían contra esos hombres. Aunque aún fueran débiles por dentro. Todos y cada uno de ellos fueron héroes muertos en batalla. Seleccionados por Yunho para pertenecer a su ejército.

Podrían prometerles volverlos a la vida y reunirlos con sus familias. Pero no aceptarían. Debían encontrar al más débil para que les ayudara a escapar.

Observaron cuidadosamente a cada hombre. Parecían imperturbables.

Intentaron tentarlos de todas las maneras, pero no lo consiguieron.

Debían pensar rápidamente la manera de salir de allí.

LeeTeuk sentía las gotas que caían entre los barrotes; su cabello y su ropa estaban mojados. La inundación ya se había ido. Era un tormento estar allí encerrado. Pasar hambre y frio. No poder comer o abrigarse.

Su condena era soportar todo eso y mucho más. En los días de calor sentía su boca seca y el sudor resbalando por su cuerpo. Cuando la tierra estaba inquieta el sofocante calor del magma que corría bajo su prisión lo enloquecía.

Las plantas de sus pies parecían estar sobre fuego. El dolor era insoportable, si fuera mortal estaba seguro que habría muerto.

El día esta nublado y amenazaba con ponerse a llover. El hierro se le había acabado y su proveedor no llegaría hasta dentro de dos días. Desperdicio mucho metal al perder el control y destrozar su trabajo.

- El ejército ya me dio un ultimátum para terminar sus armas y no tengo con que hacerlas. – se dijo con pesar –

Lentamente una pequeña llovizna había comenzado a caer, las gotas repiqueteaban en las ventanas de la casa del herrero.

- ¿Qué estarás haciendo Jae Joong?

Jae Joong estaba hablando con Junsu acerca de las bestias. Estaba realmente preocupado de que pudieran escapar.

- Es natural que estés asustado – dijo Junsu jugando con el agua – es la primera vez que escuchas algo relacionado con las bestias.
- ¿Por qué no se habla sobre las bestias en mi mundo?
- Porque hicimos que olvidaran todo lo relacionado con ellas. No queríamos que un recuerdo como ese permaneciera en la memoria colectiva.
- ¿Cómo están seguros de que no escaparan?
- Nosotros sabemos muchas cosas sobre el pasado, el presente y el futuro. Pero aún para nosotros hay cosas impredecibles. Las bestias podrían escapar sin que siquiera lo supiéramos. Pero no debes preocuparte, los mejores hombre se encargan de la vigilancia de las bestias.

Jae Joong se sintió un poco más tranquilo por lo dicho por Junsu. Quizá, sólo se preocupaba demasiado.

- Muchacho – escucho un susurro uno de los hombres de Yunho – tengo algo para ti – Le volvió a hablar la voz – Sé que extrañas tu antigua vida. Nosotros podríamos devolverte a quienes perdiste.

El soldado se esforzaba por no escuchar a las bestias, pero todo parecía demasiado tentador.

- ¿Recuerdas a tu esposa y tu hijo? – susurro una de ellas – fueron cruelmente asesinados. Tu esposa fue envenenada y tu hijo degollado.

Estaba haciendo todo lo posible por no sucumbir ante los horribles recuerdos de su vida mortal. No podía permitir que las bestias dominaran su mente. Aunque el dolor fuera demasiado, él era más fuerte. Sabía que las bestias eran engañosas y traicioneras. Si aceptaba su trato terminaría sufriendo el doble de lo que sufrió en el pasado.

- Cambio de guardia – llego uno de los vigilantes habituales –

El joven soldado se retiró aun con los amargos recuerdos nublando su mente.

- Recuerda las consecuencias de escuchar a las bestias – se dijo a sí mismo –

Había bestias de diferentes tipos. Algunas que se ocultaban en las sombras, otras que eran capaces de congelar todo a su paso, o por el contrario transformarlo todo el lava hirviente, otras podían causar huracanes y aquellas que podían comunicarse por el pensamiento.

Las bestias del pensamiento eran una de las más peligrosas. Por ello las mantenían en cárceles especialmente diseñadas para ellas, pero estas celdas se habían ido deteriorando con el tiempo y ya no eran tan efectivas como antes.

Estas bestias tenían poderes asombrosos, podían fácilmente comunicarse con el mundo mortal sin que nadie se diera cuenta.

La obsesión de Shindong había llegado a límites insospechados, cada día esa necesidad de tener junto a él al joven semidiós aumentaban.

Pensó en volverse un afamado héroe y que al morir en batalla fuera convocado para pertenecer al ejército del Dios Yunho. Pero eso tardaría años y no tenía tanto tiempo ni paciencia.

Con un suspiro cansado comenzó a idear planes para poder enamorar al muchacho. Sería difícil pero no imposible, o al menos eso creía.

- Muchacho – escucho una voz que le llamaba –
- ¿Quién está allí?
- No importa quién soy o de donde soy.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Quiero ayudarte en tu cometido.
- ¿Mi cometido?
- Quieres contigo al nuevo semidiós, ¿No es así?
- Sí, pero él esta con ese altanero Dios de la Guerra – dijo con rabia –
- Nosotros podríamos ayudarte.
- ¿Ayudarme?, ¿Cómo lo harían?
- Si tú nos ayudas a obtener nuestra venganza, nosotros te ayudaremos a obtener al semidiós.
- ¿Qué quieren que haga?
- Queremos que nos ayudes a liberar a las bestias que se encuentran a la salida de la comarca.
- Soy muy débil para poder hacer algo como eso.
- Eres un herrero. Lo menos que eres es ser débil.
- Debes llevar tus herramientas para romper los barrotes.
- De acuerdo. – dijo reuniendo sus cosas para ponerse en marcha –

Unos leves toques se escucharon en la puerta.

- Adelante – dijo desconfiado –
- ShinDong, vine a buscarte para comer algo en la posada de la señora Song, hizo su famoso Kimchi y si no nos apresuramos nos quedaremos sin nada.
- No iré – dijo el herrero retomando su tarea –
- ¿Por qué?
- Saldré de viaje.
- ¿Así tan de repente y sin decirle a nadie?
- Tengo que ir a buscar a alguien que me abastezca de hierro. – mintió –
- ¿Te quedaste sin hierro tan rápido?
- No compre lo suficiente.
- Te acompañaré, es peligroso que vayas solo por los caminos. La última vez unos maleantes asaltaron al herrero del pueblo vecino, y ese hombre sí que es alto y fornido. Parece un gorila – dijo más para sí mismo la última frase –
- No quiero que me acompañes – dijo decidido –
- Pero, no tengo ningún inconveniente.
- He dicho que no. – dijo elevando un poco el tono de voz. –
- Lo siento, no quería incomodarte. Me iré – dijo saliendo de la herrería –

Changmin observaba atentamente el ritual que se estaba llevando a cabo en el templo que le rendía culto.

Los grandes filósofos de la región se acercaban a su estatua pidiendo que bendijera sus mentes prodigiosas.

También había padres que llevaban a sus niños para que fueran bendecidos con inteligencia superior.

Yoo Chun observaba desde lo alto el tributo que la academia de danza le rendía. La coordinación de las muchachas era única. Además del acompañamiento del bello coro de la academia de canto.

El sonido del arpa era suave y gentil, inundaba los oídos de Yoo Chun haciéndolo disfrutar aún más del espectáculo.

ShinDong caminaba por los maltratados caminos que lo conducirían a la celda que mantenía atrapadas a las bestias del pensamiento.

- ¿Cuánto falta para llegar? – dijo sentándose en una roca para tomar agua –
- Aún falta mucho – dijo una de las tenebrosas voces –

En las cercanías pudo escuchar pasos y risas que se aproximaban. Lentamente volteo la mirada encontrándose con la mirada de uno maleantes.

- Miren que tenemos aquí.
- Parece que los herreros de la comarca no aprenden su lección.
- Pues a este habrá que enseñarle a no ir solo por los caminos de la región.

Lentamente lo rodearon y con puñal en mano le miraron con superioridad. El herrero se vio atrapado entre cuatro bandidos que pretendían tomar como botín aquello que llevase consigo.

Shindong lentamente se puso de pie y miró a los bandidos. Cuando el primero de ellos lanzo el primer golpe, una extraña fuerza retuvo su muñeca.

- Pero, ¿Qué…?

El segundo muchacho levanto el puñal y fue empujado sin siquiera ser tocado.

- ¿Qué está pasando? – dijo uno de ellos asustados –
- Aléjense de aquí si no quieren salir lastimados – una voz macabra salió de los labios del herrero –
- ¡Es un demonio! – gritaron asustados y sin esperar más corrieron hasta perder de vista al herrero –
- Esa no era mi voz. – dijo extrañado –
- Nosotros te protegemos. – dijo la misma voz que salió de sus labios –
- Es mejor emprender camino, debes liberarnos.

Marek seguir con el mal presentimiento, sentía que las medidas que habían tomado no eran suficientes.

- Debes estar tranquilo, las bestias no podrán liberarse.
- Tengo un mal presentimiento sobre esto.
- ¿Qué tan malo es tu presentimiento?
- Recibí una alerta sobre un fallo de seguridad en la celda de las bestias del pensamiento.
- ¿hace cuánto recibiste la alerta?
- Hace unas horas.
- Puede que no hayan logrado manipular nadie.
- Son bestias demasiado poderosas como para saber si pudieron lograr algo como eso.
- Igualmente no hay nadie tan poderoso en la tierra como para poder liberarlos.

Yunho estaba viendo a unas aves fénix junto a Jae Joong. El muchacho realmente se había enamorado de esas majestuosas aves.

- Son tan hermosas.
- No tan hermosos como tú.

Las mejillas de Jae Joong se tornaron en un adorable color rosa.

- Me gusta cuando te sonrojas – sonrió coquetamente Yunho –
- No digas eso. – dijo avergonzado y apartando la mirada –
- Sólo digo la verdad. – dijo levantando la barbilla de Jae Joong con una mano –

Lentamente se fueron acercando, fueron cerrando los ojos y sus labios se juntaron en un suave beso.

- Te amo. – dijo Yunho con suavidad –
- También te amo.

ShinDong llego la prisión de las terribles bestias. Lentamente se acercó y vio algunos fallos estructurales en el lugar.

- ¿Puedes hacer algo?
- Será algo fácil de hacer.

ShinDong tardo poco tiempo en liberar en tirar los barrotes y las bestias comenzaron a salir enardecidas de su prisión.

- Quiero lo que me prometieron
- Esta noche tendrás en tu lecho al semidiós.
- Es un trato.
- Vuelve a tu hogar. –dijo una de las bestias, para luego ver como el herrero marcha de vuelta al pueblo –


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