miércoles, 31 de julio de 2013

Los Dioses pelean por el amor - Cap 4

Un fuerte rugido se escuchó en las profundidades del mar. En su prisión las bestias luchaban por liberarse. Sólo habían logrado manifestarse en Dubisa para castigar a los dioses, pero lo que ellos querían era dominar el mundo humano.

Golpeaban los barrotes de sus celdas y con voces aterradoras rugían.

- Señor, las bestias están golpeando los barrotes de las celdas.
- Refuerza la seguridad – dijo TOP –
- Sí señor.

Un joven demonio pelirrojo se acercaba al señor del inframundo.
- ¿Qué sucede? – preguntó juguetonamente G-D –
- Las bestias quieren escapar. Pero no te preocupes jamás lograran hacerlo.

Bajo el monte de los lamentos había un oscuro agujero y en lo alto unos gruesos barrotes completaban la celda.

Un hombre escondido entre las sombras balbuceaba palabras inentendibles. Sus ojos eran opacos y su cabello caía sobre su rostro. Su ropa estaba desgastada por el paso del tiempo.

- Me vengare – decía con una voz rasposa –

No tenía conciencia de cuánto tiempo había pasado desde que fue encerrado. Pero estaba seguro de que no había sido poco tiempo.

El ruido de los truenos estremecía el cielo. Una tormenta se avecinaba. De nuevo tendría que soportar las gotas de lluvia golpeando su cara y el eco de los truenos.

Las sombras intentaban escapar de su prisión de luz. Sus rugidos lastimeros se escuchaban por todas partes.

En el monte ya se comenzaba a escuchar el llanto de las almas. El sonido retumbaba en los oídos de LeeTeuk.

- No, no, ¡no! – gritaba tapándose los oídos del horrible sonido –

En Dubisa Marek estaba con una expresión sombría.

- ¿te sucede algo Marek?
- Tengo un mal presentimiento.
- ¿A qué te refieres?
- Creo que pronto sucederá algo terrible.

ShinDong se encontraba haciendo una espada para un soldado del ejército sagrado de Ssiaru. Un famoso ejercito de la ciudad vecina que estaba al mando del Dios de la guerra, al igual que el ejército sagrado de ahora país de Markai.

- Que sucede allí afuera – dijo dejando de trabajar para ver el alboroto que se había formado –

Las personas corrían hacia el centro de la ciudad y murmuraban cosas inentendibles.

ShinDong curioso camino hacia el centro de la ciudad y de encontró la fuente del alboroto de los ciudadanos. El semidiós visitaba la ciudad.

Sin pensarlo dos veces corrió para poder ver la muchacho entre la multitud. No le importaba si el hierro se enfriaba y debía derretirlo otra vez.

Jae Joong entró a la casa de su madre y se sentó a comer lo que ella había preparado para él.

- Estas pensativo, ¿Qué sucede?

- Mamá, creo que estoy enamorado.

- ¿Enamorado? ¿De quién bebé?

- De Yunho. – dijo sonrojándose –

- Dioses, mi hijo enamorado del Dios de la guerra – dijo sorprendida –

- No se lo digas a nadie mamá – dijo sonrojado –

- No te preocupes bebé, mi boca es una tumba.

Bajo la ventana se encontraba ShinDong escuchando la conversación. Con enojo se levantó sin que lo vieran y se fue a su taller. Al ver la espada que estaba haciendo, golpeo el hierro caliente hasta deformarlo.

- Jae Joong es sólo mío. – dijo poniendo a calentar nuevamente el hierro –

Yunho iba con el herrero de los dioses para que afilara su espada.

- Hyun Joong – llamó el Dios –

- Yunho, ¿Qué te trae por aquí? – dijo sonriendo –

- Quiero que afiles mi espada.

- Con gusto – dijo recibiendo la espada – mmm… aquí está un poco maltratada – dijo viendo más de cerca la hoja.

- Estuve practicando con Marek.

- No te preocupes, puedo arreglarlo – dijo sentándose a afilar la espada – ¿Cómo está el asunto de Markai?

- Bastante bien, los aldeanos ya se acostumbraron a su nuevo Rey. – dijo dando un suspiro – esta mañana presentaron sus ofrendas en el templo pidiéndome ser el patrón de la nación.

- ¿Aceptaras? – dijo revisando la hoja de la espada para continuar afilándola –

- Sí, he estado con los Lee desde el inicio, cuando Lee KangSoo fundó el reino.

- Supongo que será algo duro.

- Lo será sin duda, pasarán algunos años antes de que se acostumbren a convivir como uno solo.

- Aquí tienes tu espada. – dijo cuándo la espada estuvo perfectamente bien afilada –

- Gracias. Nos veremos – dijo dándole la mano a Hyun Joong –

- Nos vemos.

Los días pasaron y Yunho frecuentemente hablaba con Jae Joong. No podía dejar de sonreír cuando estaba cerca de él. Cada cosa que hacia Jae Joong le parecía lo más tierno del mundo. La forma en que se emocionaba con cada cosa nueva le parecía simplemente adorable. Él siempre odio a las personas demasiado impresionables, pero con Jae Joong era distinto, esa actitud le encantaba.

- Yunho. – escucho la voz de Marek mientras estaba recostado en su cama –

- ¿Qué sucede?

- Te estoy hablando desde hace unos cinco minutos.

- ¿Qué? ¿en serio?

- ¿Por qué estás tan distraído? – dijo sentándose junto a Yunho –

- Por nada – respondió Yunho algo sonrojado –

- ¿tiene algo que ver con Jae Joong? – dijo sonriendo – ¿Sientes algo por él?

- Yo... – dijo dudando – creo, creo que estoy enamorado de él.

- ¿Qué esperas para decirle lo que sientes por él?

- No estoy seguro. ¿Qué pasa si no le gusto?

- Nunca lo averiguaras si no te confiesas.

- Tienes razón.

- Llévale flores y disfruten el día. – dijo Marek dándole una palmada en la espalda –

Yunho fue hasta donde HyunA se encontraba.

- HyunA

- Oh, Yunho que gusto verte.

- El gusto es mío.

- Dime, ¿Qué es lo que quieres? – dijo con una sonrisa, ya sospechando lo que iba a pedirle –

- ¿Qué flores me recomiendas?

- ¿Son para una persona especial?

- Eh, sí.

- De acuerdo – dijo mirando sus flores – creo que estas son las adecuadas – dijo cortando unas flores rojas que parecían rubíes hechos rosas –

- ¿Estás segura? – dijo Yunho recibiendo las flores –

- Claro que sí. Mucha suerte.

Yunho camino entre los jardines pensando en que le diría.

- Nunca me he confesado antes. ¿Qué le diré? – dijo un poco desesperado –

Yunho se distrajo un momento y vio a un pequeño pajarito que piaba desde el suelo.

- Pequeño, ¿Qué haces hasta aquí? – preguntó tomándolo en sus manos –

Levantó la mirada y vio a la madre del pájaro piando desesperada desde el nido.

- Oh, ya veo. Te caíste.

Dejo las flores a un lado y subió al pequeño pájaro hasta el nido. Bajo del árbol de un salto y volvió a tomar las flores.

Camino preguntándose donde estaría Jae Joong. En una esquina vio a Junsu viendo el riachuelo correr y sin pensarlo dos veces se acercó.

- ¡Junsu! – llamó al Dios más joven –

- Oh, hola Yunho. – sonrió el dulce muchacho –

- Quería preguntarte algo.

- Claro, pregunta lo que quieras.

- ¿Sabes dónde está Jae Joong?

- Lo vi en la casada. – dijo señalando el camino –

- Gracias.

- Cuando quieras.

En el camino iba ensayando mentalmente el simple “Jae Joong, me gustas” que le diría al muchacho.

En cuanto llego a las cascadas no logro ver al muchacho.

- Creí que estaría aquí. – se dijo buscándolo con la mirada –

Cuando estaba por irse, alguien comenzó a emerger de la cascada. Con la mirada atónita y maravillada logró ver el blanquecino cuerpo de Jae Joong empapado por el agua.

- ¡Yunho! – gritó avergonzado Jae Joong mientras ocultaba su cuerpo en el agua que caía desde la cascada –

- Ah, yo, este… - dijo nervioso el Dios de la guerra –

Yunho estaba con las mejillas sonrojadas sin poder dejar de ver a Jae Joong. Y Jae Joong claramente avergonzado por su desnudez.

Ninguno era capaz de decir nada y con los nervios a flor de piel les era imposible pensar en algo coherente.

Detrás de ellos se escucharon pasos, y antes de que pudiera reaccionar el padre de Jae Joong apareció. Ante lo que veían sus ojos su usual tranquilidad desapareció.

- ¿Qué está pasando aquí? – dijo irritado –

Ninguno supo que decir, pero no se necesitó mucho para que el dios de la pureza sacara sus propias conclusiones.

- ¡Estabas espiando a mi hijo! – dijo alterado –

- ¿¡Qué!? – dijo sorprendido – no, no, no es lo que parece. Yo, yo, yo sólo estaba buscándolo. Y, y me dijeron que estaba aquí.

- ¿eso es verdad Joongie? – pregunto su padre –

- Eh, sí. – dijo un poco dudoso –

- Lamento haberte levantado falsos Yunho.

- No tienes que disculparte. Me retiro – dijo avergonzado –

Yunho no tuvo el valor de confesarse debido a la vergüenza. Y cosas similares sucedieron a medida que los días avanzaban.

Una disputa con una colmena de abejas fue lo más insignificante que le sucedió.

Las flores estaban en perfecto estado y tenían cierto brillo cada vez que estaba cerca de Jae Joong.

No entendía mucho de flores… bueno, no entendía nada de flores y por lo tanto no tenía ni idea de porque brillaban.

Ya no encontraba la manera de confesarse a Jae sin quedar en ridículo, o al menos sin quedar en ridículo antes de confesarse.

Sintió como golpeaban la puerta de habitación.

- Adelante – dijo desganado –

- Oh, ¿salieron las cosas mal? – dijo HyunA al ver la flores junto a Yunho –

- Más o menos.

- ¿Por qué? – dijo sentándose junto a su hermano –

- Cada vez que intento declararme las cosas salen mal.

- Oh – dijo abrazándolo – yo te ayudare para que las cosas salgan bien.

- ¿en verdad?

- Claro que sí.

Dejaría todo en manos de HyunA. Aunque no sabía que era lo que haría su hermana. Ellos eran muy diferentes. Mientras HyunA era muy sensible, él era… pues él era él.

Jae Joong aún seguía un poco avergonzado por lo sucedido en la cascada y no se atrevía a ver a los ojos a Yunho. Así que solía pasar más tiempo junto a Junsu.

Se había enterado de muchas cosas sobre Junsu; como el hecho de que todos los dioses nacidos en Dubisa eran hermanos. Y que eventualmente YooChun y él eran hermanos y pareja.

Al principio se sorprendió, pero luego entendió que en Dubisa eso era perfectamente normal y no había ningún inconveniente.

Y cayó en cuenta de que si todos los dioses son hermanos, entonces Yunho era su tío. Fue algo perturbador descubrirlo, pero ya se había enamorado y no había solución.

Sintió un ligero movimiento en su hombro y se dio la vuelta para ver de quien se trataba.

- Hyo Rin, que gusto verte – dijo sonriendo –

- Tu túnica esta lista – dijo ella – ven para que te la pruebes.

- De acuerdo.

Ambos caminaron hasta el lugar de trabajo de Hyo Rin y con gusto se probó la túnica.

Al mostrarse ante los ojos de Hyo Rin portando la túnica, la muchacha sonrió complacida.

- Te queda perfecta. – dijo ella observándolo más detalladamente –

- ¿en verdad lo crees?

- Por supuesto.

- Deberías ir a buscar a Yunho y mostrarle como te queda la túnica.

- Eso hare. – dijo sonrojado y saliendo a buscar al dios guerrero –

HyunA había arreglado un banquete en un lindo lugar de Dubisa y con ayuda de Hyo Rin que se aseguraría de enviar a Jae Joong a buscarle.

- HyunA.

- ¿Sí? – dijo arreglando unos detalles apresuradamente –

- ¿Por qué estas flores brillan cuando estoy cerca de Jae Joong?

- Es porque son unas flores especiales.

- ¿Especiales?

- Sólo brillan cuando estas ante tu amor verdadero. – dijo sonriendo –

De repente las flores comenzaron a brillar y todos los dioses que estaban ayudando salieron corriendo.

- Mucha suerte – dijo HyunA yéndose rápidamente –

Desde el camino de flores salió un Jae Joong un poco perdido, ya que cuando le pregunto a Changmin por Yunho le dijo que se encontraba en esa dirección, pero no lograba verlo.

- Jae Joong – escucho la voz de Yunho llamándole –

- Yunho – dijo casi sin voz al ver a Yunho junto a un banquete y unas flores en la mano –

- Son para ti. – dijo entregándole las flores –

- Gracias, son preciosas – dijo con un adorable tono rosa adornando sus mejillas –

Comieron y hablaron tranquilamente. Riendo de algunas cosas de vez en cuando. Cuando terminaron de comer caminaron por la orilla del lago, y con un poco de miedo Yunho decidió que era el momento.

- Jae Joong – llamó con voz suave –

- ¿Sí?

- Yo – dijo dando un suspiro nervioso – tú, tú me gustas. – dijo casi sin voz –

- ¿te gusto? – dijo sintiendo su corazón latir a mil por hora –

- Sí, pero si no sientes lo mismo lo entenderé – dijo adelantándose a los hechos –

- No es eso. – lo reconforto – tú también me gustas.

- ¿En verdad?

- Sí.

Sin estar muy seguro de lo que haría, se acercó lentamente a los labios de Jae Joong.

Jae Joong cerro lo ojos esperando por el beso y sintió una ligera pero cálida presión en sus labios.

No podía creer que estaba besando a Jae Joong y que le estaba correspondiendo el beso. Al separarse se miraron a los ojos, y sonrieron felices.

Quizá no era la manera que tenía planeada declararse. Pero esta había funcionado mejor.

El estruendo que hacían las bestias en sus celdas era desgarrador. Con sus enormes brazos jalaban de los barrotes y gruñían cada tanto.

Golpeaban fuertemente los barrotes y con autentico odio miraban a sus carceleros.

Sin que sus vigilantes lograran darse cuenta una bestia logro doblar ligeramente los barrotes.

Quizá el principio del fin se acercaba.


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