viernes, 1 de marzo de 2013

Los dioses pelean por el amor - Cap. 3

El sol se hacía paso entre los grandes árboles de Dubisa para que los dioses abrieran sus ojos a un nuevo día.

Jae Joong comenzó a despertar lentamente y sintió una extraña calidez.

- Buen día – le saludo Yunho –

- Buen día – dijo recordando que había dormido junto a él –

Decidieron quedarse sólo un poco más en la cama. Pero el hambre los levanto.

- Creímos que ya no vendrían.

- Pues aquí nos tienes.

- Siéntese a comer.

- Gracias.

Comieron un desayuno abundante y delicioso que fue preparado especialmente para ellos. Al terminar de comer salieron a caminar durante un momento. Se encontraron con HyunA cuidando su jardín y con TaeYang jugando con los animales.

Era un día espléndido tanto para dioses como para mortales. Pero había una persona que no estaba pasándolo bien, y esa persona era el herrero Shindong. Él contemplaba un retrato que había robado de un pintor aficionado a pintar a los dioses.

- Eres tan hermoso. – dijo cuando escucho que tocaban a su puerta –

- Shindong, ¿estás ahí?

- Ya abro. – dijo ocultando rápidamente la pintura –

- JoonWook, ¿Qué estás haciendo aquí?

- Vine a verte.

- Pues pasa. – dijo un poco nervioso –

Le sirvió una copa de vino y unos cuantos panes que había comprado al panadero. La suave textura de pan se deshacía en sus bocas, y el dulce sabor del vino les hacía disfrutar aún más de la comida.

- Escuchaste lo que ha pasado.

- No, ¿Qué fue lo que paso?

- Robaron el retrato de Jae Joong que el pintor Ji Sub estaba haciendo para el panteón de los dioses.

- ¿Qué? N-o, no lo sabía – dijo mordiéndose el labio. – están seguros de que la robaron. Quizá Ji Sub la perdió.

- Ji Sub es un hombre muy responsable. Jamás perdería algo tan valioso como una pintura pedida para el panteón.

- Cualquiera puede equivocarse.

- Te digo que se trata de Ji Sub.

- ¡Pero cualquiera puede perder una pintura! ¡No puedes culpar a alguien del robo!

- Shindong, tranquilo. No es como si te culpara.

- Vete.

- Pero…

- ¡te digo que te vayas!

- Está bien, me voy. Pero tranquilo – dijo parándose de la silla y dirigiéndose a la puerta.

Cuando su joven amigo salió, él sacó la pintura de su escondite y la admiro.

- Jamás dejare que te descubran. Eres mi tesoro.

En la cuidad el alboroto seguía. Nadie podía creer que una pintura pudiese desaparecer así tan de repente.

La asamblea de ancianos se reunió y todos indignados hablaban al mismo tiempo.

- ¡Silencio por favor! - grito SonByung, un gran sabio entre el poblado –

- Debemos buscar la manera de descubrir quien robo mi pintura. – dijo nervioso el pintor –

- Tranquilo, sólo debemos saber quién tendría un motivo para robar esa pintura.

- Quizá alguien que no esté de acuerdo con rendir culto a un semidiós.

La puerta de la casa de KyuHyun sonó estruendosamente.

- ¿Qué quieren? – preguntó de manera arrogante el ex dios –

- ¿Dónde está la pintura? – dijo el anciano enojado –

- ¿De qué pintura hablan?

- De la pintura que Ji Sub hizo para el panteón.

- Yo no tengo ninguna pintura.

- No mientas.

- ¿Por qué razón robaría una pintura?

- Porque trata de una pintura de un semidiós. Todos sabemos que fuiste expulsado de Dubisa por matar a algunos de los semidioses.

- ¡ellos lo merecían! Ellos intentan remplazar a los dioses y arruinaran todo.

- ¿Dime dónde está?

- No la tengo, registren mi casa si así lo quieren. Pero no encontrarán nada.

Después de revisarlo todo no lograron encontrar lo que buscaban.

- Ahora lárguense de mi casa.

Sin más salieron de casa del ex dios y se dirigieron nuevamente junto a los demás sabios.

KyuHyun estaba sentado frente a la ventana con el ceño fruncido. Recordaba el desagradable incidente que había tenido hace algunos días con Jae Joong, el odioso semidiós.

Ahora muchas personas estaban enojadas con él por culpa del semidiós.

Él estaba caminando tranquilamente cuando vio una aglomeración de gente. Se acercó para ver lo que pasaba y vio al semidiós. Con enojo apartó a la gente y se paró frente al muchacho.

- ¿Te crees muy importante? – dijo con desdén –

- No soy más importante que cualquier persona aquí.

- No te pienses que me engañas con tu falsa modestia.

- ¿De qué hablas?

- Escúchame bien niño estúpido. Soy un dios y sé que para repugnantes criaturas como tú no hay lugar en Dubisa.

- Mi padre me llevo allí.

- ¡Por Favor! Eres un semidiós, sólo eres parte de una aventura sin importancia.

- Eso no es cierto. – dijo con los ojos llorosos –

- Si yo estuviera en Dubisa me hubiera asegurado que jamás entraras en territorio sagrado. ¡Te hubiera matado nada más nacer!, ¡Así debería ser!

Jae Joong retrocedió asustado ante lo dicho por el chico que hasta hace unos minutos siquiera conocía.

- Largo de aquí desquiciado – dijo el joven herrero con furia en los ojos –

El resto de las personas comenzaron a gritarle y entre empujones lo sacaron de allí.

Todo era culpa de ese bastardo afortunado.

ShinDong recordaba el momento en que ese loco dios o mejor dicho ex dios había insultado a aquella persona tan perfecta y hermosa como los era el joven semidiós.

Con enojo golpeo la mesa al recordar tal arrogancia. Pero recordó la sonrisa de gratitud de Jae Joong y una sensación de regocijo se apodero de su corazón.

- Si sólo fueras mío. – dijo en un susurro –

En el otro lado de la cuidad la polémica por la pintura desaparecida continuaba. Aún continuaban señalando culpables y todos sin éxito. Como al coleccionista que creyeron culpable del crimen, las cosas no terminaron muy bien.

- ¿Quién más tendría motivos para robar la pintura?

- Escuche de un pintor que se había ofrecido para pintar el retrato de Jae Joong.

- ¿El señor Cho?

El viejo pintor veía el cuadro sin terminar que estaba pintando sobre el semidiós, y se preguntaba que estaba mal en su pintura. Reconocía que el pintor más joven tenía talento, pero él era mejor. El sonido de la puerta los distrajo de sus cavilaciones.

- Ya voy – dijo tomando su bastón y a paso lento se dirigió hacia la puerta –

- Señor Cho, ¿Dónde está la pintura?

- ¿De qué pintura me hablan?

- De la pintura que Ji Sub-ssi pintó para el panteón.

- ¿Me acusan de robo? – dijo masajeando el entrecejo –

- Haga las cosas más sencillas y entréguenos la pintura.

- No tengo nada. ¿Y qué razón tendría para hacer algo así?

- Que su pintura fuera exhibida.

- Por los dioses, soy pintor no criminal.

Después de revisar el estudio del viejo pintor se fueron de su casa.

- Joven Soo, será mejor que haga otra pintura. Ya no queda nadie con motivos para robar esa pintura.

- Haré mi mejor esfuerzo para que la pintura esté lista para la fecha límite.

En Dubisa todo había vuelto a la normalidad y cada Dios se ocupaba de sus asuntos.

- ¿En qué piensas? – preguntó Yunho –

- Sólo pienso en todo lo que ha pasado.

- No te preocupes por eso. No te estreses con estas cosas. LeeTeuk está en un lugar impenetrable, no lo podrán liberar.

- ¿Qué pasaría si pudieran liberarlo?

- Entonces nosotros estemos listos para pelear.

- ¡Yunho! – escucho la voz de MinHo, el mensajero de los dioses –

- ¿Qué sucede Minho?

- Hay una guerra entre Sabnaru y Demiru.

- ¿Otra vez? ¿Y ahora por qué?

- Demiru hizo exploraciones cerca del territorio de Sabnaru y explotó la guerra – le explicaba mientras caminaba junto al Dios guerrero –

- Buscaré mi yelmo. Reúne a mi tropa y nos vemos allí.

- Si Yunho.

- Jae Joong, ve con tu padre. Yo vendré cuando este problema se solucione.

- ¿Qué sucedió?

- Sabnaru y Demiru – dijo para después dar un suspiro – esas dos naciones siempre están peleando. Son mis mayores dolores de cabeza, sólo hace falta la más mínima y absurda provocación y ya se están peleando.

- ¿Por qué pelean tanto?

- Los reyes de Sabnaru y Demiru son hermanos.

- Entonces, ¿Por qué pelean?

- Ambos nacieron de Demiru. Cuando eran jóvenes su padre murió y el consejo creyó que el hijo menor estaba más preparado para gobernar que el mayor. Cuando Sao Wang subió al poder, Dong Wang juró vengarse y partió hacia la nación vecina donde fue elegido Rey. Desde ese entonces cada vez que su hermano hace algo se sumerge en una guerra contra su madre patria.

- Entiendo – dijo triste –

- Ve donde tu padre.

- Iré con él. –dijo mirando a Yunho – cuídate – le dio un suave beso en la mejilla y se marchó –

- Lo haré – dijo después de superar su asombro –

En Sabnaru los soldados estaban escuchando atentamente las órdenes de su Rey.

- ¡No deben tener piedad de esos traidores! ¡Si nos descuidamos nuestra tierra será hundida en su codicia!

- Sí señor.

En Demiru era otra historia, el Rey ya estaba cansado del alboroto de su hermano. Su cabello se había encanecido por la presión y el estrés. En su rostro se notaban las arrugas que lo hacían parecer mucho mayor de sus 30 años.

- ¿Señor se encuentra bien?

- Sólo es el cansancio, no te preocupes.

- ¿Está seguro señor?

- Si, tú tranquilo.

- ¿Quiere que le traiga un té?

- Por favor.

- Enseguida.

Cuando el joven sirviente dejo la sala del trono, una luz cegadora lo iluminó todo.

- Gran Yunho, ¿es usted? – dijo cubriendo sus delicados ojos grises de la luz. –

- Soy yo – dijo materializándose ante los ojos del joven Rey - ¿Qué ha pasado ahora? Prometiste mantenerte lejos de cualquier lio. – dijo con preocupación en sus ojos. –

- Mi hermano sigue persistiendo en mantener esta absurda enemistad – se lamentó –

- Será mejor que esta guerra termine aquí y ahora.

- No sé cómo razonar con él.

- Me presentaré en el campo de batalla para hablar con ambos ejércitos. Quiero que tengas tu ejército preparado mañana a primera hora. – dijo dándose vuelta y desapareciendo en un parpadeo –

Yunho era el patrón de Demiru; lo que significaba que era su obligación velar por la protección del pueblo.

Al llegar a Dubisa se fue directamente a sus aposentos y se sentó a relacionar el su silla de mármol viendo dibujos que yacían en su pared del invencible ejercito sagrado de Demiru. Sabía perfectamente que no perderían la batalla, pero a pesar de ser el Dios de la guerra no estaba dispuesto a que personas inocentes murieran por la codicia del Rey de Sabnaru.

Un suave golpeteo sonó en su puerta y sabía perfectamente de quien se trataba.

- Adelante Marek.

- ¿Qué ha sucedido ahora? – preguntó sin rodeos –

- Sabnaru y Demiru otra vez.

- El Rey de Sabnaru es como un niño caprichoso. Quiere algo sólo cuando otro lo tiene.

- ¿crees que alguna vez se solucione este conflicto, padre?

- No lo sé hijo, no lo sé.

Jae Joong estaba con su padre disfrutando del tranquilo día.

- No te preocupes por Yunho. – dijo su padre sonriendo comprensivo – él es fuerte y sabe cómo solucionar este tipo de problemas.

- Lo sé padre. Pero no puedo evitar preocuparme.

- Es porque estás enamorado. – le sonrió –

- ¿enamorado?

- Sé que es la primera vez que sientes algo como eso. Pero veraz que es algo muy hermoso.

En Demiru ya se preparaban para una nueva guerra. Las tropas estaban listas y dispuestas a partir. Él Rey a su cabeza y con la esperanza de que el patrón de su pueblo los liberara de esta absurda guerra.

Cuando era pequeño jamás imagino que la buena relación que mantenía con su hermano terminaría de esta manera.

Su hermano solía ser extremadamente sobreprotector cuando de él se trataba. Sabía perfectamente que por ser el hermano mayor se sentía en la responsabilidad de cuidarle.

Cuando eran niños su madre murió de una extraña enfermedad, quedando al cuidado de su padre y sus sirvientes.

Con los años su padre fue enfermando debido a la soledad y cuando él cumplió los 16 años murió.

El consejo del Rey decidió que debido a su madurez y capacidad de liderazgo él subiría al trono en lugar de su hermano.

- ¿Por qué yo?

- Tu hermano es muy inmaduro y caprichoso. No tiene lo que se necesita para ser un Rey digno.

- ¿Qué les hace pensar que yo si cumplo los requisitos?

- Eres humilde y te preocupas por los aldeanos.

- Tienes una bondad innata. Un gran corazón y para ti no hay diferencia entre un noble y un poblador.

- Eres la viva imagen que tu padre representaba.

- Tú puedes hacer a este reino prosperar y llevarlo a la siguiente etapa.

- Eres listo y sabrás sobrellevar las dificultades que recaigan sobre nuestro pueblo.

- Pero, mi hermano también podría hacerlo. Si sólo le enseñaran, él podría…

- Durante años lo hemos educado para que sea un buen Rey, y nunca hemos obtenido buenos resultados.

- No le interesa nada relacionado con letras, números, geografía o tratados.

- Su interés por los aldeanos en nulo. Mientras le traigan comida no le interesa que los aldeanos se mueran de hambre.

- Tu hermano no puede ser Rey.

- Es un chico vanidoso, engreído, descuidado, distraído y sobre todo egoísta.

- Le comunicaremos la noticia a tu hermano esta tarde.

Esa tarde escucho a su hermano discutir con los consejeros.

- ¡No pueden darle el título a él! ¡Yo soy el mayor!

- No cumples con los requisitos – escucho la voz calmada de uno de los concejeros –

- ¿Por qué piensan que él si cumple con los requisitos?

- Porque él es todo lo que tu padre habría querido para su reino.

Un silencio sepulcral reino en el lugar y vio a su hermano salir furioso y cerrar con más fuerza de la necesaria la puerta.

- ¡Tú no eres digno del trono!

El día de la coronación vio a todo el pueblo soltar lágrimas de felicidad por su nuevo Rey. Los consejeros y sirvientes estaban orgullosos de verlo portar la corona de su padre.

- Lee Sao Wang de Demiru, hijo del Rey Lee ByungDo y de la reina Lee Yuanbin; nieto del poderoso Lee MaoDae. Por el poder que me ha sido otorgado te nombro Rey de Demiru, para que la dinastía Lee prospere junto con su pueblo hasta el fin de los tiempos.

Al pasar su vista por la gente se encontró con la mirada llena de rencor de su hermano. Después de años de soñar con el trono no logro ascender.

A los pocos días su hermano escapó del castillo. Él ordeno una exhaustiva búsqueda por los bosques, pantanos y ríos.

- Su majestad, no hemos podido encontrar al príncipe, ha desaparecido – dijo el general que puso al mando de la búsqueda. –

- ¡Sigan buscando! No pudo habérselo tragado la tierra.

Los días seguían pasando y la búsqueda de su hermano nunca dio frutos. Incluso él mismo se puso su armadura y montado en su caballo salió a buscarle.

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y a su vez los meses en años. Cuatro años después decidió escuchar a su consejo y dejó la búsqueda.

- Lo siento mi Rey – dijo el consejero – probablemente su hermano ha muerto.

Los funerales simbólicos se hicieron en su honor al día siguiente. Envolvieron sus partencias en tela y con ramas de olivo, y fue enterrado en el mausoleo de la familia real. Fueron doce días de luto para todo el reino.

Un año más tarde un ejército irrumpió en su reino. Salió a la cabeza su ejército a combatir a los invasores. Nunca imagino que en la batalla se encontraría con su hermano comandando el ejército enemigo.

- Sao Wang, ha pasado un tiempo desde que nos vimos por última vez.

- Dong Wang, creí que habías muerto – dijo con ojos llorosos. -

- Eso te convendría, ¿no es así?

- No es verdad. Te busque durante años.

- A mí no me engañas, siempre fuiste un mal hermano.

Una luz cegadora apareció frente a su ejército. Cuando el destello se disipo pudo ver a Yunho y su tropa.

- Es hora de solucionar este problema.

El ejército de Yunho caminaba a la cabeza del de Demiru. En la frontera con Sabnaru se reunieron los ejércitos.

- Dong Wang, esta guerra termina aquí y ahora.

- Este problema es entre Sao Wang y yo. No es asunto de los dioses.

- Soy el patrón de Demiru, mi deber es velar por la seguridad de este pueblo.

- No pueden pelean esta guerra por Demiru.

- Escúchame Dong Wang, deja atrás el pasado y termina esta absurda guerra de lo contrario lo lamentaras.

- Hermano, por favor escúchalo. – dijo Sao Wang saliendo detrás de Yunho –

- ¿Sao Wang? – preguntó extrañado. No veía a su hermano desde la última vez que pelearon hace cinco años, cuando un mensajero de Demiru se había perdido cerca del territorio de Sabnaru. - ¿Qué fue lo que te paso? – jamás pensó que vería a su hermano con esa apariencia tan envejecida y demacrada. –

- Eso lo ha provocado tu codicia y egoísmo. – dijo Yunho –

- Es imposible que yo provocara eso.

- Nada es imposible en este mundo – dijo Yunho –

Dong Wang miró con resentimiento a Yunho y se voltio hacia sus soldados.

- ¡Retirada! – dijo para posteriormente cabalgar delante de sus hombres –

- Gracias señor. – agradeció Sao Wang –

- Vuelvan a casa. – les dijo a los hombres de Demiru – hoy no es momento de morir.

Al día siguiente Yunho disfrutaba de su día con Jae Joong, cuando Minho le comunico una triste noticia. Sao Wang había muerto. Aparentemente el joven Rey había enfermado gravemente desde hace un par de meses, y su enfermedad sumada a los constantes conflictos lo llevó a la muerte.

Yunho se vistió de luto y asistió al funeral de Sao Wang.

- Lee Sao Wang, octavo Rey de Demiru. Un soberano digno de la admiración y respeto de sus súbditos. – dijo el consejero de confianza de Sao Wang – sólo con 30 años nos ha dejado, después de sufrir una enfermedad que le quito todas sus fuerzas.

Yunho recordaba cada una de las cosas que salían de la boca del consejero. Él había velado por la dinastía Lee desde sus inicios. Él era el Rey más joven en morir, de igual manera como fue el más joven en ascender al trono.

Los doce días de luto comenzaron, dejando a un pueblo desorientado y desolado. En el último día del luto las tropas de Dong Wang irrumpieron en Demiru.

Yunho quien observaba el triste destino de este lugar se presentó ante tal insolencia.

- Dong Wang, será mejor que salgas de estas tierras. – dijo con la voz profunda y mortífera –

- Este asunto es entre el Rey de esta nación y yo – dijo desafiante –

- Vuelve cuando el siguiente Rey sea elegido. Ahora vete de vuelta a Sabnaru y respeta los doce días de luto.

- ¿Escoger un nuevo Rey? ¿Doce días de luto? – preguntó extrañado – quiero hablar con Sao Wang – dijo con una punzada en el pecho –

- Tu hermano ha muerto – dijo sin vacilar el Dios de la guerra –

- No es cierto, sólo están inventando excusas para acabar con la guerra.

- Si no lo crees, compruébalo por ti mismo.

- Eso haré – dijo Dong Wang para cabalgar a toda velocidad al castillo –

El hombre irrumpió en el castillo y corrió en dirección a donde se ubicaba la habitación del Rey. Habían pasado años, pero aun recordaba cada rincón de aquel lugar. Al no encontrar a su hermano allí corrió por todo el castillo buscándolo. Reviso cada rincón y simplemente no lo encontró. Sus presurosos pasos se detuvieron al darse cuenta que estaba parado frente al mausoleo de su familia.

- Murió hace algunos días. – escucho una voz conocida; era uno de los concejeros de su padre – enfermo gravemente y ningún curandero o shaman pudo hacer algo por él. dijeron que era la misma enfermedad que mato a la reina YuanBin.

Dong Wang lloró amargamente y volvió a Sabnaru. A los pocos días cabalgo hasta el palacio de Demiru y se ofreció a gobernar.

- ¿Cómo gobernaras ambas naciones?

- Unifiquemos Demiru y Sabnaru en una sola nación.

- Es una idea descabellada pero supongo que funcionara – dijo en consejero más antiguo del palacio –

Cuando Dong Wang llego a Sabnaru se encargó de comunicar la noticia.

- Como algunos ya sabrán; el Rey de Demiru a muerto hace unos días – le dijo a su pueblo – pero debo comunicarles que no sólo estaba enemistado con él por ser de la nación vecina. Él era mi hermano, y lo que provocó mi disgusto fue el hecho de que él fuese elegido Rey sobre mí. – dijo dando un suspiro y escuchando los mormullos de la gente – hoy he hablado con el consejo real de Demiru, y hemos acordado unificar a Sabnaru y Demiru en una sola nación.

A los pocos días Dong Wang fue coronado en Demiru.

- Lee Dong Wang de Demiru; Rey de Sabnaru, hermano del octavo Rey Lee Sao Wang, hijo del Rey Lee ByungDo y de la reina Lee YuanBin; nieto del poderoso Lee MaoDae. Por el poder que me ha sido otorgado te nombro Rey de Demiru. En tus manos está el futuro de esta nueva nación que será unificada y bautizada como Markai.

No hay comentarios:

Publicar un comentario